Regina Coeli, Papa: Jesús no nos abandona, permanece en oración
Mireia Bonilla - Ciudad del Vaticano
“Normalmente las escenas de despedida son tristes, hacen que los que se quedan se sientan perdidos y abandonados; pero esto no les ocurre a los discípulos. A pesar de su separación del Señor, no están desconsolados, al contrario, están alegres y dispuestos a partir como misioneros en el mundo”. Con estas palabras el Papa Francisco ha descrito el pasaje del Evangelio de hoy, según San Marcos, en el que se presenta el último encuentro del Resucitado con los discípulos antes de ascender a la derecha del Padre.
La ascensión completa la misión de Jesús entre nosotros
Tras estas palabras, el Papa Francisco ha lanzado varias preguntas ante los fieles presentes en la Plaza de San Pedro: ¿Por qué los discípulos no están tristes? ¿Por qué debemos alegrarnos también cuando vemos a Jesús ascender al cielo? Y su respuesta inmediata: “Porque la ascensión completa la misión de Jesús entre nosotros. Porque si es por nosotros que Jesús bajó del cielo, es siempre por nosotros que asciende”.
De hecho, el Papa ha explicado que después de haber descendido a nuestra humanidad y haberla redimido, si Dios, el Hijo de Dios, desciende y se hace hombre, toma nuestra humanidad y la redime, ahora asciende al cielo llevándose nuestra carne: “Es el primer hombre que entra en el cielo, porque Jesús es hombre, verdadero hombre, es Dios, verdadero Dios. Nuestra carne está en el cielo y eso nos da alegría”.
Jesús no nos abandona, permanece en oración
El Papa explica que no se trata en absoluto de un abandono, “porque Jesús se queda para siempre con los discípulos - con nosotros – y permanece en oración, porque él, como hombre, ora al Padre, y como Dios: hombre y Dios”. De hecho – dice – “le muestra las heridas, las heridas con las que nos redimió”. Y la oración de Jesús está ahí, con nuestra carne: “es uno de nosotros, Dios hombre, y reza por nosotros”. Y esto – señala el Papa – “debe darnos una seguridad, de hecho es una alegría, ¡una gran alegría!”.
Después, ha citado el segundo motivo de alegría: “la promesa de Jesús”. “Nos dijo: "Os enviaré el Espíritu Santo". Y allí, con el Espíritu Santo, se hace ese mandamiento que da precisamente en la despedida: "Id por el mundo, proclamad el Evangelio". Y será el Espíritu Santo quien nos lleve allí al mundo, para llevar el Evangelio”.
El Pontífice explica que es precisamente el Espíritu Santo quien ha hecho posible que todos nosotros seamos así hoy: “¡Una gran alegría! Jesús se ha ido: el primer hombre ante el Padre. Se fue con las heridas, que fue el precio de nuestra salvación, y reza por nosotros. Y luego nos envía el Espíritu Santo, nos promete el Espíritu Santo, para ir a evangelizar”. Y De ahí – concluye – “la alegría de hoy, de ahí la alegría de este Día de la Ascensión”.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí