Francisco: Pidamos la gracia del asombro
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
Al celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, el Evangelio del domingo 31 de diciembre nos los muestra en el templo de Jerusalén, para la presentación del Niño al Señor (cf. Lc 2, 22-40). Antes de rezar la oración mariana del Ángelus en una nublada y lluviosa Plaza de San Pedro, el Pontífice observó que “la Sagrada Familia llega al templo y allí lleva la más humilde y sencilla de las ofrendas como testimonio de su pobreza”.
A continuación, se refirió a la profecía que recibió la Virgen: “Una espada te atravesará el alma”. Francisco puntualizó que “llegan en la pobreza y parten cargados de sufrimiento”. En este sentido, subrayó la “paradoja”: “¡Cómo es posible que la Familia de Jesús, la única familia de la historia que puede presumir de la presencia de Dios en la carne, en lugar de ser rica sea pobre! En lugar de ser aliviada, ¡parece ser obstaculizada! En vez de estar libre de fatigas, ¡está inmersa en grandes dolores!”.
El Obispo de Roma explicitó el mensaje que este episodio transmite a las familias: “Este modo de vivir la historia de la Sagrada Familia, pobre, obstaculizada, con grandes dolores. Dios, a quien a menudo imaginamos más allá de los problemas, ha venido a habitar nuestras vidas con sus problemas”.
“Nos ha salvado así, habitando entre nosotros (cf. Jn 1,14): no ha venido como adulto, sino como un bebé pequeñito; ha vivido en una familia, hijo de una madre y de un padre; allí ha pasado la mayor parte de su tiempo, creciendo, aprendiendo, en una vida hecha de cotidianidad, ocultamiento y silencio”.
“Y no ha evitado las dificultades -prosiguió-, es más, eligiendo una familia, una familia ‘experimentada en el sufrimiento’, dice a nuestras familias: ‘Si tienen dificultades, sé lo que sienten, lo he experimentado: mi madre, mi padre y yo lo hemos experimentado, para decírselo también a su familia: ¡no están solos!’”.
El Sucesor de Pedro destacó la actitud de José y María: "Se asombraban de las cosas que decían de Jesús" (cf. Lc 2,33), "pues no creían que fueran el anciano Simeón y la profetisa Ana quienes decían estas cosas". "Se asombraban", repitió el Papa de manera espontánea, quien se quiso detener sobre la capacidad de asombro, a la que consideró "el secreto para llevarse bien en familia". Por tanto, pidió "no acostumbrarse a la ordinariedad de las cosas, saberse maravillar ante todo de Dios, que nos acompaña". "Y luego, maravillarse en familia", acotó.
Bergoglio afirmó que en el matrimonio es bueno saber asombrarse del propio cónyuge, por ejemplo, tomándolo de la mano y mirándolo a los ojos por la noche durante unos instantes, con ternura. "El asombro te lleva a la ternura, siempre. Es hermosa la ternura en el matrimonio", dijo.
También invitó a maravillarse del milagro de la vida, de los niños, encontrando tiempo para jugar con ellos y para escucharlos. Y a los padres y madres les preguntó: "¿Ustedes encuentran tiempo para jugar con los hijos? ¿Para llevarlos a pasear?". Enseguida, el Pontífice contó que este sábado habló por teléfono con una persona y le consultó: "¿Dónde estás?". "Eh, estoy en la plaza, traje a mis hijos a pasear", le respondió su interlocutor. "Es bella la paternidad, la maternidad", comentó.
A su vez, Francisco animó a maravillarse ante la sabiduría y la serenidad de los abuelos, que hacen que la vida vuelva a lo esencial. Lamentó que muchas veces los descartamos de la vida. "No, los abuelos son fuente de sabiduría. Aprendamos a asombrarnos, nosotros, de la sabiduría de los abuelos, de su historia".
Por último, el Santo Padre llamó a maravillarse de la propia historia de amor: "Cada uno de nosotros tiene la suya y el Señor nos ha hecho caminar con amor: asombrarse de esto. Y también, la vida seguramente tiene aspectos negativos, pero asombrarse también de la bondad de Dios de caminar con nosotros, incluso si somos tan inexpertos". En esta historia Dios cree, "incluso cuando nos parece que prevalecen los aspectos negativos", insistió.
Bergoglio elevó una plegaria a María, Reina de la Familia, para que nos ayude a asombrarnos y estimuló a pedir hoy la gracia del estupor. "Que la Madre nos ayude a asombrarnos cada día del bien y a saber enseñar a los demás la belleza del asombro".
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