El Papa recuerda a Don Diana: construir un mundo libre de arrogancia criminal
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
Ya no hay sangre en la sacristía de la parroquia de San Nicola di Bari. Pero, después de treinta años, la "herencia espiritual" de Don Peppe Diana sigue viva, así como su compromiso por un mundo libre "de todo tipo de arrogancia criminal", su celoso servicio "en el desierto existencial de un pueblo tan querido para él", el de Casal di Principe, en la provincia italiana de Caserta, defendido hasta el sacrificio de su vida, su estímulo a los jóvenes para que se liberen de las ataduras de las organizaciones criminales y de la ilusión del dinero fácil. Y es en este "legado" en el que se inspira el Papa Francisco para esbozar un retrato del sacerdote asesinado por la Camorra, muerto hace exactamente treinta años tal día como hoy, 19 de marzo de 1994, y cuya estola vistió en 2014 al final de la vigilia de oración con los familiares de las víctimas de la mafia en la iglesia de San Gregorio VII de Roma.
Mensaje a los jóvenes
Francisco envió un mensaje al obispo de Aversa, monseñor Angelo Spinillo, para recordar aquel "trágico suceso", conmemorado en varias diócesis de Italia, incluso por los scouts a los que pertenecía el sacerdote, y para enviar un mensaje a las nuevas generaciones:
"No os dejéis robar la esperanza, cultivad ideales elevados y construid un futuro diferente con manos no manchadas de sangre sino de trabajo honesto, sin ceder a compromisos fáciles pero ilusorios, recogiendo el legado espiritual de Don Peppe para convertiros, a vuestra vez, en artesanos de la paz...".
Cultivar la semilla de la justicia
El bárbaro asesinato, escribe el Papa en la misiva, por un lado suscita emoción, por otro, gratitud porque, como la semilla que muere y da fruto, su muerte ha generado tantas obras buenas. De hecho, Francisco da las gracias a toda la comunidad diocesana y especialmente a los fieles de la parroquia de Casal di Principe, que viven "su propia esperanza de caminar juntos encarnando la profecía cristiana, que nos invita a construir un mundo libre del yugo del mal y de todo tipo de arrogancia criminal". La gratitud de Francisco se dirige también a quienes continúan la labor pastoral que el P. Peppe inició como asistente espiritual de asociaciones y grupos de fieles, en particular de los jóvenes y de los vinculados a los Scouts.
"Expreso cercanía y aliento a todos vosotros que, guiados por el anuncio profético 'Por amor a mi pueblo...', perseveráis en el camino trazado por don Diana y, con empeño cotidiano, cultiváis pacientemente la semilla de la justicia y el sueño del desarrollo humano y social para vuestra tierra".
Formas de odio y abuso en las ciudades
La historia de Don Peppe Diana está ligada a la antigüedad, por tanto al primer fratricidio de Caín contra su hermano Abel, pero también a la actualidad con los dramáticos ejemplos de seres humanos que levantan la mano para golpear a otros. Es lo que "sucede en las múltiples formas de odio y abuso que hieren a los seres humanos y a veces bañan de sangre las calles de nuestros barrios y ciudades", subraya Francisco. Por ello, exhorta a reavivar, precisamente recordando el sacrificio del joven sacerdote, "aquella inquietud evangélica que animó su sacerdocio y le llevó sin vacilar a contemplar el rostro del Padre en cada hermano, testimoniando a quienes se sienten heridos el designio de Dios, para que cada uno pudiera vivir en justicia, paz y libertad".
"Frente a esa violencia y arrogancia inhumanas que niegan la justicia y anulan la dignidad de las personas, los cristianos son los que anuncian el Evangelio y viven su vocación de ser con Cristo el signo de una humanidad nueva, fecundada por la fraternidad y la comunión".
Las palabras de don Peppe
Al concluir su carta, el Papa Francisco recuerda las palabras que el propio don Peppe Diana dirigió a los párrocos de la zona pastoral de Casal di Principe en la Navidad de 1991: 'Como bautizados en Cristo, como pastores... Dios nos llama a ser profetas. El profeta actúa como centinela: ve la injusticia, la denuncia y recuerda el plan original de Dios". Esta invitación sigue siendo válida, afirma el Papa, es decir, "acariciar el propósito de construir una sociedad, purificada por fin de las sombras del pecado, capaz de atreverse a un futuro de concordia y fraternidad".
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