s. Estanislao Kostka, jesuita
"San Estanislao os enseña esa libertad que no es una carrera ciega, sino la capacidad de discernir la meta y de seguir las mejores sendas de comportamiento y de vida. Os enseña a buscar siempre, en primer lugar, la amistad con Jesús; a leer y meditar en su palabra y a acoger en la Eucaristía su presencia misericordiosa y poderosa, para resistir al condicionamiento de la mentalidad mundana." (Papa Francisco, Mensaje con motivo del 450 aniversario de la muerte del Santo, 15 de agosto de 2018).
Estanislao nació cerca de Cracovia en 1550, hijo del príncipe Kostka, jefe militar y Senador del reino de Segismundo Augusto. A la edad de 14 años fue enviado a estudiar a Viena en el Colegio de la Compañía de Jesús, que había sido fundado solo poco tiempo antes. San Ignacio había muerto en el 1556 y la seria formación teológica de los jesuitas ya los había distinguido como iniciadores de una profunda conversión espiritual y de una necesaria renovación cultural dentro de la Iglesia.
"Ad Maiora natus sum"
Antes de llegar al Colegio de la Compañía en Viena, Estanislao pasó por Czestochowa. En el instituto será acogido como huésped no solo él sino también su tutor y su hermano mayor Paolo. Tal convivencia se revelará inmediatamente muy difícil debido a las inclinaciones de su hermano hacia una vida de estilo demasiado mundano, que obviamente contrastaban con el estilo sobrio de Estanislao, que se sentía "nacido para las cosas más grandes". En este período estudió mucho, vivió intensamente el espíritu del Evangelio y la devoción a María, trabajando y dando testimonio de grande coherencia entre vida y fe. De ese modo, la llamada del Señor fue madurando en él y su fiel correspondencia a la gracia fue también creciendo mucho, como se manifestaba en los numerosos espacios que dedicó a la oración, a su fervorosa participación en la Eucaristía y la asidua recitación de la Liturgia de las Horas, pero sobre todo, practicando las enseñanzas de los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.
Dos noches "prodigiosas"
Un día Estanislao cayó gravemente enfermo y durante su convalescencia se produjeron extraordinarios prodigios; claros signos del proceso transformante que la gracia estaba haciendo en él. Se cuenta que una noche recibió la visita de santa Bárbara acompañada de dos ángeles y de sus manos recibió finalmente la Eucaristía. Esto sucedió porque durante su fiebre la había pedido y deseado ardientemente, pero no la había podido recibir por causa de que tanto él como su hermano y el tutor habían tenido que mudarse a un apartamento alquilado al haber sido expulsados del Colegio jesuita cuando los Ausburgo expropiaron tal inmueble. En pleno periodo de la Contrareforma pues, tuvieron que afrontar el problema de que el dueño del apartamento donde alojaban era un luterano que no admitía en ningún modo la presencia de algún sacerdote católico en su propiedad. Una narración del Padre espiritual de Estanislao, el P. Juan Donius, cuenta que también en otra noche Estanislao recibió la visita de la Virgen y que le hizo abrazar a Jesús Niño. En cuanto Estanislao lo tomó en sus brazos, fue completamente curado, a pesar de que todos los médicos le habían diagnosticado un mal incurable. Se dice también que la Virgen, al despedirse, le confirmó que su camino continuaría en la Compañía de Jesús.
Se fugó de casa para seguir su vocación
Con estos signos tan prodigiosos, aunque Estanislao era todavía menor de edad, se sintió ya muy seguro de su elección, pero sabía que su padre nunca la habría aprobado. Así que debió huir de casa y después de veinte días de camino a pie, llegará a Dillingen, Alemania, donde será acogido en la Casa jesuita local y donde encontrará al padre Pedro Canisio, que en ese momento era el Provincial de Alemania del Norte. Es muy explicable que los jesuitas se hayan quedado muy impresionados por el valor y la voluntad de este extraordinario joven y que luego lo hayan enviado en peregrinación a Roma junto con sus dos compañeros, donde finalmente pudo comenzar su noviciado y profesar los votos de pobreza, castidad y obediencia. Un día le pidieron que describiera la figura del misionero y la compartiera con sus compañeros novicios. Estanislao afirmó que el bagaje espiritual del evangelizador tenía que vestirse con: "Excelentes zapatos de mortificación, un gran manto de amor a Dios y al prójimo, un sombrero de paciencia en defensa de la adversidad". Un día, de repente, Estanislao cayó enfermo de nuevo y murió a sólo 18 años de edad, el día de la Asunción de María en 1568. Fue sepultado en el templo que se acababa de construir junto al noviciado en Sant'Andrea al Quirinale. Proclamado santo por Benedicto XIII en 1726, junto con Luis Gonzaga y Juan Berchmans, fue declarado el protector de los novicios y de toda la juventud.