OSCE, Santa Sede: el ostracismo hacia las víctimas de la trata es inaceptable
Edoardo Giribaldi - Ciudad del Vaticano
La insuficiencia de la "persecución de los autores" debe complementarse con la promoción del "bienestar y la recuperación" de las víctimas de la trata de seres humanos, que con demasiada frecuencia son "condenadas al ostracismo o penalizadas aún más" sólo porque son oprimidas "en primer lugar". Monseñor Richard Gyhra, Representante Permanente de la Santa Sede ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), intervino ayer, 14 de octubre, en la duodécima sesión de la Conferencia de las Partes en la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, que se está celebrando en Viena.
Un gran reto para la comunidad internacional
En su mensaje, monseñor Ghyra enmarcó el crimen organizado transnacional como una de las lacras "más graves" de la sociedad actual, en la medida en que es capaz de "socavar el bien común en todo el mundo" y de posicionarse como "factor de inestabilidad y política social" en contextos minados por "conflictos, inseguridad, vulnerabilidad".
El diplomático estadounidense recordó entonces las palabras del Papa Francisco a los participantes en la conferencia sobre el uso social de los bienes confiscados a las mafias, organizada por la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. En ella, había señalado cómo la "criminalidad organizada", que se presenta "como un grupo estructurado que se estabiliza en el tiempo y actúa de manera conjunta para cometer delitos con el fin de obtener un beneficio material o económico", mantiene un "carácter transnacional" que abarca "todos los grandes oficios". "Su lucha, prosiguió Francisco, es uno de los desafíos más importantes para la comunidad internacional, ya que representa, junto con el terrorismo, la amenaza no militar más relevante contra la seguridad de cada nación y la estabilidad económica internacional".
Viejas y nuevas formas de ilegalidad
Monseñor Ghyra señaló a continuación el aumento de las actividades delictivas transnacionales, en términos de "frecuencia, gravedad y efectos devastadores". También aumentan los beneficios obtenidos a través de "viejas y nuevas" formas de actividades ilícitas, incluida la "compleja y destructiva industria del tráfico de personas, órganos, drogas y armas".
Refiriéndose de nuevo al discurso del Papa, el representante de la Santa Sede señaló cómo "el crimen organizado, en su brutalidad", ataca "el bien común". "Ataca a millones de hombres y mujeres que tienen derecho a vivir sus vidas y a criar a sus hijos con dignidad y libres del hambre y del miedo a la violencia, la opresión o la injusticia".
Cooperación internacional para combatir los crímenes
Los delitos que trascienden las fronteras nacionales deben, en opinión de la Santa Sede, ser "condenados, prevenidos y combatidos a todos los niveles", especialmente "mediante la cooperación internacional". Los "mecanismos de cooperación judicial y policial previstos por la Convención" son bienvenidos, ya que son "valiosos" para desmantelar redes criminales, perseguir y extraditar a los "actores criminales", y devolver "los beneficios criminales a los países de origen".
A estos logros hay que añadir, inspirándose en el discurso del Papa a los miembros del "Grupo de Santa Marta", la "necesidad esencial de apoyar, acompañar y reintegrar a las víctimas de la trata de seres humanos en nuestras comunidades y de ayudarlas en el proceso de curación y de recuperación de su autoestima". En este proceso, son los Estados y las comunidades locales los que deben comprometerse a acoger, proteger e integrar a estas personas "por su propio bien y por el bien de nuestra sociedad".
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