En San Pedro, el funeral del cardenal Martino, Re: una vida dedicada a los débiles y oprimidos
Tiziana Campisi - Ciudad del Vaticano
Una «persona abierta y serena», con «gran capacidad para las relaciones y el diálogo», que pasó su vida «al servicio de la Iglesia, de la Santa Sede y del Papa», siempre dispuesto a tomar partido «a favor de las personas cuyos derechos eran oprimidos y en apoyo de los más débiles», siguiendo el ejemplo de aquel Fra Cristoforo de los «Promessi Sposi» (Los prometidos) que le había fascinado en sus años de bachillerato. Así recordó el cardenal Giovanni Battista Re al cardenal Renato Martino, fallecido el pasado lunes en Roma, a la edad de 91 años, durante la misa funeral presidida la tarde del 30 de octubre, en el altar de la Cátedra de la basílica vaticana. Unos cuarenta concelebrantes, entre cardenales, obispos y sacerdotes, se unieron al Papa para presidir el rito de la Ultima Commendatio, la última recomendación a Dios para que acoja el alma del difunto en la gloriosa comunión de los santos, y de la Valedictio, la despedida, es decir, el último adiós antes de la sepultura.
Servicio en la ONU
En su homilía, el decano del Colegio Cardenalicio recorrió la vida del cardenal, que comenzó su servicio en la Santa Sede poco después de licenciarse en Derecho Canónico. Entre los cargos que desempeñó figura el de observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Nueva York, donde durante dieciséis años «no escatimó esfuerzos para testimoniar la solicitud del Papa por la suerte y el bien de la humanidad», subrayó Re, destacando en particular las diversas intervenciones sobre el desarme, la pobreza, la promoción de los derechos humanos, la defensa de la libertad religiosa, el socorro a los refugiados, la paz y los valores humanos.
Sensibilidad por los problemas sociales y los derechos humanos
Llamado por Juan Pablo II en 2002 para dirigir el Consejo Pontificio «Justitia et pax», y creado cardenal al año siguiente por el propio Wojtyla, Martino quiso «completar inmediatamente y luego publicar el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, iniciado por su predecesor Cardenal Francois-Xaver Van Thuan», señaló el decano del Colegio Cardenalicio, y fue particularmente sensible “a los problemas sociales y a la defensa de los derechos humanos, y realizó numerosos viajes para dar su contribución en diversos encuentros, empleándose con alegría sobre todo en la defensa de la familia y de la paz”. «En la variedad de los cargos que desempeñó, idéntico fue siempre el espíritu que le animaba y su celo en el servicio al Papa y a la Santa Sede, así como su continuo empeño en buscar el bien de la humanidad», añadió el cardenal, explicando además que el bien de la Iglesia y el de “la humanidad fueron la meta y la pasión de toda su vida”.
La serena acogida del ocaso de la vida
A continuación, el cardenal Re se refirió a los últimos años de vida de Martino, que por problemas de salud «ya no podía salir de casa», pero hasta hace poco «celebraba la misa todas las mañanas», y después la petición de recibir el sacramento de la unción de los enfermos. «Acogió su fallecimiento con la serenidad de quien sabe que morir significa entrar en la felicidad eterna», señaló Re, recordando que la vida “no termina en la tumba, sino en la casa del Padre” y que “la muerte es Dios llamando a la vida eterna”. Una certeza, concluyó Re, que ha iluminado toda la existencia del Cardenal Martino.
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