Francisco a la Iglesia en Canadá: Nunca más la idea de una cultura superior
Johan Pacheco – Vatican News
“La comunidad cristiana no se deje contaminar nunca más por la idea de que existe una cultura superior a otras”, pidió el Papa Francisco a los obispos, sacerdotes, religiosos y agentes de pastoral de la Iglesia en Canadá en la ceremonia del rezo de las Vísperas, este jueves 28 de julio, en la Basílica de Notre-Dame en Quebec.
Francisco reflexionó sobre “la alegría del ministerio” al cumplir la misión de “apacentar el rebaño” (1 P 5,2), y que la Iglesia está llamada a testimoniar en la evangelización. Para ello invitó a los ministros a tener una “mirada que discierne”, para superar el “secularismo” asumiendo tres desafíos: dar a conocer a Jesús, el testimonio y la fraternidad.
Como testimonio de referencia para la Iglesia en Canadá, el Papa recordó a San Francisco de Laval, primer Obispo de Quebec, quien en su tiempo vivió cercano en la caridad a los miembros de las poblaciones indígenas.
“Mientras estamos aquí reunidos –dijo el Papa- como Pueblo de Dios, recordemos que Jesús es el Pastor de nuestra vida, que cuida de nosotros porque nos ama verdaderamente. A nosotros, pastores de la Iglesia, se nos pide esa misma generosidad para apacentar el rebaño, para que pueda manifestarse la solicitud de Jesús por todos y su compasión por las heridas de cada uno”.
Corazón de pastores
Y les hizo el llamado a estar cerca del Pueblo de Dios, “no como religiosos asalariados o funcionarios de lo sagrado, sino con corazón de pastores, con entusiasmo”, y sintiendo la cernía del “Buen Pastor” para cumplir esta tarea y vivir “la alegría del ministerio y, antes aún, la alegría de la fe”.
Advirtió Francisco sobre la “secularización” que amenaza esa alegría, “que desde hace tiempo ha transformado el estilo de vida de las mujeres y de los hombres de hoy, dejando a Dios casi en el trasfondo, como desaparecido del horizonte”.
Mirada que discierne
Manifiesta el Pontífice que ante esta realidad que vive el mundo hay dos miradas posibles: “mirada negativa” y la otra “mirada que discierne”.
“Si nos detenemos en una mirada negativa, acabaremos por negar la encarnación porque, más que encarnarnos en la realidad, huiremos de ella. Nos cerraremos en nosotros mismos, lloraremos nuestras pérdidas, nos lamentaremos continuamente y caeremos en la tristeza y en el pesimismo, que nunca vienen de Dios”, expresó el Papa.
“En cambio –dice Francisco- estamos llamados a tener una mirada semejante a la de Dios, que sabe distinguir el bien y se obstina en buscarlo, en verlo y en alimentarlo”.
Así el Papa les exhorta a “anunciar el Evangelio para dar a los hombres y a las mujeres de hoy la alegría de la fe”, teniendo una “mirada que discierne”.
El Papa les deja tres desafíos a los ministros y agentes de pastoral en Canadá, para trabajar en esta tarea particular de la Iglesia.
Dar a conocer a Jesús
Les pide volver al primer anuncio, “es necesario encontrar nuevos caminos para anunciar el corazón del Evangelio a cuantos todavía no han encontrado a Cristo. Eso presupone una creatividad pastoral para llegar a las personas allá donde viven, descubriendo ocasiones de escucha, de diálogo y de encuentro”, dijo.
El testimonio
Reiterado nuevamente la petición de perdón por el mal que hiciera algunos cristianos a las poblaciones indígenas y por los abusos sexuales a menores, les invitó a dar testimonio de nuevos caminos: “El Evangelio se anuncia de modo eficaz cuando la vida es la que habla, la que revela esa libertad que hace libres a los demás, esa compasión que no pide nada a cambio, esa misericordia que habla de Cristo sin palabras”.
La fraternidad
Finalmente les pidió vivir la fraternidad cristiana, ya que “la Iglesia será testigo creíble del Evangelio cuando sus miembros vivan más la comunión, creando ocasiones y espacios para que quienes se acerquen a la fe encuentren una comunidad acogedora”.
El Obispo de Roma también les indicó que estos desafíos “sólo podemos llevarlos adelante con la fuerza del Espíritu, que siempre debemos invocar en la oración”.
El Santo Padre junto con los obispos, sacerdotes, consagrados, y agentes de pastoral, dirigieron esta oración a San Francisco de Laval:
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