Ser, no tener, hace "El verano más bello"
Debora Donnini - Ciudad del Vaticano
Está la historia de los grandes, de los reyes, los gobernantes del mundo, de los que deciden las guerras, las paces, firman tratados, se sientan en las mesas que importan. Y luego hay otra historia, la que a menudo permanece oculta y sin embargo realmente cambia la vida de la gente. Es la de algunos jóvenes que en el período del 68 entendieron que la verdadera revolución se hace con amor hacia los últimos, no con las armas, porque cambiar los corazones es la única manera de cambiar realmente el mundo.
Es una historia que comenzó hace 50 años, en Pistoia, con Luigi Bardelli, un joven de formación católica, entonces presidente de AIAS (Asociación Italiana de Asistencia Espástica), que decidió llevar a una de las playas más chic de la Versilia, en la "playa de los bellos", a un grupo de niños discapacitados con sus familias, para que incluso aquellos que se sentaban en una silla de ruedas, pudieran disfrutar de la belleza del mar y de la acogida y no fueran relegados a lugares tristes. Todo con la conciencia de que lo que realmente cuida el alma y el cuerpo, no sólo de los discapacitados, sino de todos nosotros, es ser amado y amar, sintiéndose parte de un cuerpo, de una comunidad. En una palabra, no más solos.
El film documentario
Lo que hay que hacer es una verdadera batalla para que sean acogidos: el rechazo a lo diferente siempre está a la puerta, pero al final la última palabra es la victoria sobre los prejuicios, y así comienza esa "historia" que desde hace 50 años se repite para muchos niños discapacitados, en silla de ruedas, con síndrome de Down, autistas o con otros problemas. Así cada año se realiza "El verano más bello", que es el título del film documentario de Beatrice Bernacchi y Gianni Vukaj, producido por Tv2000Factory, que tuvo el mérito de narrarlo, con poesía y sin ocultar la realidad, y hacerla desembarcar en los cines italianos con la primera proyección el 8 de enero en Roma, seguida de otras en diferentes ciudades.
La lucha de la fe
Hay historias que no te dejan como antes, que te marcan y te enseñan. Y esta es una de ellas. Es la historia de las madres, ya ancianas, que recuerdan las miles dificultades y se preocupan por el futuro. Es la historia de Aldo y Sonia, los padres de Giulia, de 23 años, con discapacidades motoras, y su hermano Elia, de 13 años, que tiene problemas relacionados con el espectro autista. Una experiencia no fácil que también lleva a Sonia a una lucha de fe cuando se entera de las problemáticas de su segundo hijo. "Lloramos y nos enojamos con Dios y también con los que estaban cerca nuestro", cuenta en nuestra entrevista esta madre tenaz y valiente, pero sobre todo llena de amor. "Luego nos dejamos ayudar" y gracias a Don Diego, conocido mientras acompañaba a Giulia al mar, gracias a la oración y la misa, "lloré, me desahogué, saqué mi cólera" y "también recuperé la fe, que siempre tuve en realidad". Padre Diego Pancaldo es el asistente espiritual de la Fundación María Asunta en Cielo Onlus (MAiC Onlus), una organización sin ánimo de lucro de Pistoia, fundada por iniciativa de un grupo de voluntarios que desde hace años participan en asociaciones y actividades de inspiración católica a favor de las personas con discapacidades. El presidente es Luigi Bardelli, el joven que ya años antes había dado vida a estos hermosos veranos. En el recuerdo de quien vive estas experiencias, el padre Guido Pancaldo está presente a menudo y, a través de sus palabras, se percibe el olor del pastor con olor a oveja, de quienes se involucran en la vida de las personas. Y luego está también la acogida de los terapeutas y voluntarios que hacen que Sonia sienta el abrazo de una gran familia, que la deja descansar en verano a pesar de las frustraciones y dolores.
Ganar mucho sin cobrar un euro
Esta es también la historia, a contracorriente, de los jóvenes voluntarios que eligen pasar entre 10 y 14 días para ayudar a estos jóvenes a vivir su verano más bello, como narra el documental. Bailan con ellos por la noche, los apoyan, viven con ellos. "Van allí prácticamente por nada, son voluntarios, y al final son transformados" y se ve que han ganado mucho, no sólo desde el punto de vista humano, - dice Aldo, el marido de Sonia - sino que también se han dado cuenta de que tienen los recursos interiores para superar momentos de dificultad. Él también recuerda haber quedado emocionado por el ambiente de aceptación vivido en estos veranos. "Lo contrario de la palabra amor, no es odio", nos dice Aldo, cuya experiencia es tan fuerte como la de su esposa, " es egoísmo": "si no podemos entender que para vivir bien, tenemos que dar a todos, no llegaremos a ninguna parte". Todo el mundo habla con el verbo "tener" en cambio aquí, "hablan de ser".
La determinación y la espontaneidad
Ser aceptado por como se es
El amor, verdadera formula para la rehabilitación
"Aquí se ha descubierto una palabra que no se utiliza", el amor, que es "la verdadera fórmula de rehabilitación", narra en el documental Luigi Bardelli, que señala la relación como la clave para el cuidado, porque las personas discapacitadas sienten cuando tienen amor a su alrededor y así crece su satisfacción con la vida, mientras que muchas personas consideradas normales son infelices, con o sin dinero, no tiene nada que ver. Son barreras que Bardelli ha logrado derribar. No sólo pudo superar el rechazo inicial de acoger a los chicos en el lugar elegido, sino que se necesitó una sentencia de un juez, tras las protestas de los "comités antiespásticos". No sólo este verano tan bello se ha repetido a lo largo de los años, no sólo hoy existe una estructura ad hoc para los chicos asistidos, sino que también hay una integración con los vecinos de los establecimientos de al lado. Casi un pequeño milagro. Porque después de todo, no es la diversidad o las dificultades las que nos mantienen prisioneros, sino esos barrotes del corazón que, cuando caen, nos permiten ver la belleza del mar con otros ojos.
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